viernes, 6 de enero de 2012

TRES EN ESCENA

Hace no mucho tiempo mi hija Anabel y yo, tuvimos un bolo en Torrejón de Ardoz (Madrid) y una experiencia paranormal más. El sitio donde íbamos a actuar era una especie de casa antigua y castillo rehabilitado como restaurante y hotel con mucha historia, un sitio donde el tiempo había dejado su huella y ahora nosotros  intentábamos dejarla con nuestro humor. Después de haber tenido un percance en el coche, que por la mitad del camino, le salió un extraño ruido en el motor muy parecido al que hace un hurón a la hora de aparearse pero menos escándaloso, digo el hurón evidentemente.

Una hora más tarde de aquel incidente que nos dejó llegar a nuestro sitio de destino, estábamos ante una casa enorme recubierta de hiedra y de vegetales, los cuales le daban aún un aspecto más antiguo. Con una entrada magnifica, un arco de medio punto nos daba la bienvenida por donde accedimos a la sala de recepción.

Desde el primer momento que mis pupilas se posaron libremente dentro del recinto, supe que mi hija iba a empezar a liarla con el mas allá. Y evidentemente no tardamos en tener un encuentro paranormal, en este caso digno de una película de miedo pero de Abott y Costello.

Al llegar a recepción observé una recepcionista muy seria, tan seria que si lo hubiese sido dos grados más hubiese nacido un palo reseco. Al entrar ella y una chica africana, que nos preguntó muy simpática, lo que deseabamos y le advertimos a ella y a su compañera que éramos los dos cómicos que habían contratado para la cena de una empresa sueca, fabricantes de máquinas perforadoras de la industria de la minería. Por su puesto en ningún momento les gaste ninguna broma tal como: "¿sois los responsables del agujero económico de este país?¿Taladráis los sueldos de vuestros empleados?" (broma dirigida a los jefes)

El caso es que nos cambiamos de ropa en un vestíbulo cercano a la recepción. Cual fue mi sorpresa, que cuando salimos la recepcionista seria, me hizo una pregunta con la cual me quedé congelado, mientras mi hija iba al servicio.

       Oiga les he cogido los datos... ¿Pero como se llama el tercero que viene con vosotros?
       ¿Qué tercero? Que yo sepa solo hemos venido mi hija y yo –contesté yo, muy extrañado.
       Pero si sois tres, uno os ha seguido hasta el vestíbulo insistió ella desencajando la cara.
      Le juro que somos dos cómicos los que hemos venido actuar, a no ser que mi hija halla aprendido a practicar la amitosis sin mi permiso –contesté con ironía.


De repente tanto las dos recepcionistas se fueron corriendo como locas al vestíbulo donde nos habíamos salido hace escasos segundos. Las seguí con la mirada, entraron en el vestíbulo, y pude percibir con mis oídos como desarmaban las perchas y  descorrían los vestuarios buscando algo que debían encontrar por fuerza.

Cuando las dos recepcionistas volvieron del vestíbulo me miraron, con cara de no explicarse lo ocurrido, a lo que yo les contesté de broma: “habrá sido un fantasma”, pero nunca imaginé lo mucho que había acertado.

Cuando mi hija salió del baño, le conté lo ocurrido y ella me contó algo más asombroso.

     -¡Seguro que no es peor que lo que ha pasado aquí, ahora somos tres… ¿Cuando decidimos ser un trío? ¡Porque yo no me acuerdo! dije a mi hija.
     -Escucha esto que te digo. Estaba meando en el vater y deposite mi cámara en el suelo. Cuando de pronto empezó a levitar en el aire dos palmos del suelo. Ni corta ni perezosa le dije que quien era y soltó la cámara de golpe, a punto estuvo de reventarla. Cogí y la colgué en el pomo, y me dispuse a mis cosas de nuevo. Cuando estaba de nuevo apoyada en el vater, vi algo increíble. De nuevo la cámara colgada por el asa por el pomo de la puerta se balanceo y se puso en una posición imposible para las leyes físicas. Estirada y sujeta por el asa la cámara levitó de nuevo, pero dejo de hacerlo cuando le dije que a lo que fuese, que qué hacía. La cámara se soltó y dio otro porrazo contra la puerta. Tengo la impresión de que allí estaba un niño terminó Anabel.

      Bonita historia para entrar en calor antes de una actuación ¿Qué hacemos un show de humor o les contamos un cuento de terror subterráneo a los perforadores del planeta? –comenté nervioso

      Creo que entró con nosotros y alguien mas lo vio comentó ella.
      ¿Dices que por eso ellas vieron que éramos tres no? De todas maneras no tengo intención de repartir mi sueldo.
      Si, aquí hay alguien más dijo mi hija
      Sabía desde el primer momento ibas a liarla, es el sitio perfecto para ello.
        Fíjate parece que vamos actuar en el medievo.

Ante nosotros se hallaba un espacio lleno de armaduras, sillones de época, paredes de piedras, candelabros, lámparas antiguas, etc…

Más tarde el cliente nos enseñó la sala donde nos dispusimos a actuar, era un tablado a seis metros de altura del suelo. donde durante una hora les taladramos a los taladores suecos el bulbo raquídeo con nuestros chistes.

Como anécdota simpática, recuerdo a mi cliente como el entrenador de Rocky, cuando dijo eso de: “sal ahí y escupe lo mejor que tengas”. Omito, por no ser desagradable la colección de pensamientos que se me pasaron por la cabeza, ya que andaba muy resfriado. Aunque ahí no acabó la cosa, al otro día una amiga de mi hija, llamó diciendola que había soñado con ella y conmigo, que estábamos en un sitio como medieval y para colmo nos describió a nuestro nuevo socio, un niño muy travieso.

Conclusiones: Anabel es la única persona que conozco que es capaz de juntar el pacá con el más allá.




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